Audio

Otra de mis aficiones, también enfermiza, es el audio. Me inicié en esto hace pocos años, y en cierto modo se puede decir que aún sigo iniciándome. He tenido largas temporadas en que no he necesitado escuchar música, pero hoy no podría vivir sin ella. La alta fidelidad me ha enseñado un modo nuevo, más complejo y tal vez más insano, de disfrutarla.

Por necesidades varias y caprichos irracionales, tengo tres equipos. Ninguno de ellos es de categoría, pero puedo darme con un canto en los dientes: estoy más que satisfecho y me sirven para lo que preciso. Creo que los altavoces son las piezas más importantes del engranaje, y por ello casi todo el presupuesto está invertido en ellos. Creo que la amplificación es importante. Creo que las fuentes también, pero no tanto. Jamás he gastado más de 40€ en un cable de interconexión, ni más de 10€ por metro en un cable de altavoz. A fin de cuentas, soy incapaz de notar diferencia alguna entre ellos, salvo que sean muy malos. Creo, además, que el verdadero precio justo de un aparato de audio solo es posible en el mercado de segunda mano o entre aquellos artesanos que venden directamente, sin gastos de intermediarios. En los otros casos, negocio o espero ofertas y liquidaciones. Creo, en fin, que para mis necesidades y para mi oído no necesito gastar mucho dinero ni en productos nuevos ni en productos caros. Quien pueda y quiera, que lo haga. No es mi caso.

Hay quien busca que sus equipos destaquen y sean visibles desde la puerta de sus casas. Yo busco lo contrario: si fueran invisibles, serían los aparatos perfectos. Me gusta escuchar música con los ojos cerrados, de noche y con silencio absoluto, si puede ser a oscuras y sin percatarme de que la música está sonando. Por desgracia, esto no siempre es posible.

Suelo trabajar en el despacho, donde tengo dos equipos. Ambos comparten un Marantz CD6003, un DAC Beresford Caiman y un Pure i20 como fuentes. El primero es un Marantz PM6003 conectado a unos altavoces EB1, y el segundo, un Cyrus One que alimenta unas Mission 700 Leading Edge. El primero es muy moderno, detallado y alegre. El segundo tiene 25 años, sus componentes fueron diseñados por Henry Azima y su sonido es más informal, tosco y (para qué engañarnos) agradable con música pop. Alterno entre uno y otro en función del tipo de música y mi estado de ánimo: si quiero música de fondo o busco relajarme, empleo el equipo antiguo; si me siento solo a escuchar, el moderno.

En el comedor está el equipo principal, que lo es no por los aparatos sino por los altavoces: unos EB2 conectados a un amplificador Naim Nait 5i, un lector Marantz CD5400SE y un Rega DAC. Es el espacio del sofá, de la relajación después del trabajo y de la cena, de las primeras cabezadas.

Casi todas las habitaciones restantes tienen algún tipo de sonorización, siempre modestísima: en el dormitorio, unos altavoces activos Bose de tamaño reducido, conectados a un dock para iPod; en un cuarto próximo a la ducha, unos altavoces de ordenador empotrados en la estantería, con un cable jack para el iPod; en la cocina, donde siempre hay grasas y humos que no solemos ver, una minicadena de plástico marca Bench que compré hace doce años en un Lidl, y que aún funciona perfectamente.

El iPod tal vez no sea un producto audiófilo, y por manías personales prefiero escuchar a partir de un transporte de CD, pero lo que no se puede negar es que se trata de un gran invento, porque me permite llevarme la música de una habitación a otra sin necesidad de tirar cables. Tengo tres docks digitales de marca Pure, que en mi opinión es un producto fantástico a un precio ridículo: uno para cada equipo y otro en el dormitorio. Para los altavoces de la cocina y de la habitación frente a la ducha, con un cable jack tengo más que suficiente.

Para las escuchas nocturnas o íntimas, cuento con varios auriculares: Grado sr60, AKG K701, Yuin G1 e iGrado. Para los segundos, dos amplificadores: en el comedor, Musical Fidelity V8p y Little Pinkie V3; en el despacho, Meier Corda Cantate. Para los terceros y el iPod, un Fiio E7. No pido más.

Me gusta el sonido abierto, preciso, rítmico, dinámico, emocionante, con algo de brillo, graves redondos pero no excesivos y una escena bien centrada. Me gusta escuchar todos los detalles, pero me gusta aún más emocionarme con ellos.




Los componentes que tengo (comedor)

Altavoces EB Acoustics EB2, sobre pies Mission Standcette, losa de mármol y blutack:



Lector Marantz CD5400SE, selector RCA artesanal y amplificador Naim Nait 5i:


Previo de auriculares Musical Fidelity X-Can V8p, fuente de alimentación Little Pinkie V3 y DAC Rega:



Dock digital Pure i20:





Los componentes que tengo (despacho):

Altavoces Mission 700 Leading Edge y EB Acoustics EB1, sobre mármol, blutack y corcho:



Amplificador Cyrus One:




Dac Beresford Caiman:



Previo de auriculares Meier Corda Cantate:



Lector y amplificador Marantz CD y PM 6003, bajo lo anterior:



Balda casera, súper económica, a medida y sin desacoplos (ni falta que hace):




Interfaz USB-Coaxial M2Tech Hiface:


Dock para iPod Pure i20, con extensor y mando:





Portátil y auriculares:

iPod Classic 160 Gb:


Amplificador y Dac Fiio E7:


Auriculares Yuin G1A:


Auriculares iGrado:


Auriculares Grado sr60:


Auriculares AKG K701:



Cableado:

Artesanal, confeccionado por mí mismo a partir de cables de micrófonos y cables de cobre y plata:




Los componentes que tuve:

Altavoces Mission e32:


Dac Emotiva XDA-1:


Microcadena Marantz CR401:


Lector Marantz CD4000:


Amplificador integrado Cyrus 6xp:


Etapa de potencia Quad 99:


Audiolab 8200CD:



No hay comentarios: