LA MILAGROSA, en el Cementerio Colón de La Habana.
Lo malo de este cementerio es que apenas hay árboles: en agosto, algunos turistas preferían alquilar un taxi y recorrerlo sin sufrir el sol infernal que caía a plomo. Pero claro: si no es a pie, no tiene encanto.
Esta es la tumba más popular del cementerio.
La leyenda: Dicen los que saben que Amelia Goyri, rica aristócrata, se enamoró de un chico pobre contra la voluntad de sus rancios padres. Se casaron, quedó en estado y murió cuando daba a luz, el 3 de mayo de 1901. Tenía 24 años. Fue enterrada junto a su hija, que también falleció en el parto. Su esposo perdió la razón y, durante años, acudió a visitarla todos los días para hablar con ella y pedirle en voz alta que despertara. "¿Cómo te encuentras hoy, Amelia?", "Despierta, Amelia", eran algunas de las frases que le dirigía. Siempre vestía de negro. Antes de despedirse, golpeaba las cuatro argollas de las lápidas. Luego se retiraba tranquilamente, caminando hacia atrás para no darle nunca la espalda a su amada y a su bebé, y regresaba esa misma tarde o, a lo sumo, al día siguiente. Años después, abrieron la tumba y descubrieron que la madre estaba abrazada a la hija.
La tumba se hace famosa. Se le atribuyen nuevos milagros. El viudo exige que se detenga aquel flujo de visitantes que perturba la paz de su esposa. No le hacen caso.
En 1909 se añadió la escultura, que celebra la maternidad (el bebé) y el sacrificio (la cruz). La mujer de mármol está inspirada en fotografías de la difunta. Alrededor del sepulcro, docenas de exvotos.
Rito a seguir: tocar las cuatro argollas, rodear la tumba, solicitar el milagro y alejarse de ella sin darle la espalda.
Siempre hay flores, habaneros y turistas.
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