lunes, 23 de enero de 2012

Balzac




BALZAC, también en Père Lachaise. Su gran novela: La comedia humana, por la que transitan más de 3000 personajes.

Mientras vivió, dijo: "El cementerio de Père Lachaise es como todo París, con sus calles, sus insignias, sus comercios, sus hoteles; pero visto como a través de una lente, un París microscópico, reducido a las pequeñas dimensiones de las sombras, de las larvas, de los muertos, un género humano a quien no le queda nada más grande que su vanidad". A pesar de sus palabras, Balzac descansa aquí.

Victor Hugo narró sus últimos momentos: Balzac volvió de Rusia, casado y enfermo, sus piernas se hincharon, la casa empezaba a oler a cadáver, tenía el rostro de color violeta, un ojo muy abierto. De perfil, parecía un emperador.

Antes de los funerales, el cuerpo empezó a descomponerse, prematuramente. Tuvieron que encerrarlo en un sarcófago de plomo durante los oficios. El coche fúnebre cruzó París bajo la lluvia, bajo un cielo gris. A un lado, Victor Hugo; al otro, Alejandro Dumas. "Era uno de esos días en los que parece que el cielo derrame lágrimas", escribió Hugo.

El cementerio estaba a rebosar. El camino, embarrado. Los caballos llegaron a duras penas, tras encallar una vez y otra vez. Hugo resbaló y cayó junto a una tumba. Se dijeron las últimas palabras y Hugo pronunció un discurso.

Cerca, está enterrada la mujer de la que se enamoró y con la que se casó durante el último año de su vida.

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