lunes, 23 de enero de 2012

Guy de Maupassant



Otra debilidad personal: GUY DE MAUPASSANT, en Montparnasse.

Este escritor decimonónico destacó en el género del terror. Junto a Chejov y Poe, es el maestro del cuento del siglo XIX. Los más importantes: Bola de Sebo, Magnetismo, El Horla, Quién sabe.

Sentía cierta aversión hacia la sociedad, y por ello prefería el retiro, la calma, la soledad. Esta, sin embargo, no es incompatible con los buenos amigos: Flaubert y Alejandro Dumas, junior, lo apadrinaron y protegieron, como si fuera un hijo. La flamante Torre Eiffel le parecía una torreta monstruosa: firmó una carta de protesta junto a otros cuarenta y seis intelectuales, y solía almorzar en el restaurante que había en la base del monumento solo para no ver el perfil de este. A lo mejor no le faltaba razón.

Terminó mal, como buen escritor romántico que era. Adicto al sexo y a las prostitutas, era muy joven cuando contrajo la sífilis. No tenía 40 años y ya los síntomas (y otras enfermedades hereditarias) lo estaban arruinando: pánico social, manía persecutoria, demencia, paranoia, miedo a la muerte... Por aquel entonces escribió el cuento Quién sabe, espléndido y delirante.

Intentó suicidarse cuatro veces, con métodos variados: una pistola, una navaja en el cuello, un cristal roto en el cuello. Finalmente, fue internado en la clínica del Dr. Blanche, en Passy. Durante el último año y medio, estuvo inconsciente casi del todo. Falleció en la clínica en 1892 de una parálisis general. Tenía 42 años.

Su epitafio rezaba: "Lo tengo todo pero no encuentro placer en nada"; hoy en día, dice así: "Todos guardamos en el fondo del corazón un recuerdo que no quiere morir. Es el ruido de unos pasos, el sonido de una voz, un nombre o una sonrisa. Todos guardamos en el fondo del corazón una estrella de felicidad".

Prefiero la primera: el mal del siglo, el ennui.

Cuando vivía, escribió: "He entrado en la literatura como un meteorito, y saldré de ella como un relámpago".

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