martes, 24 de enero de 2012

Karl Böhm



Parece mentira, pero ningún melómano lo ha fotografiado. Paciencia y barajar.

KARL BÖHM, en el cementerio de Steinfeld, Graz, Austria.

Director de orquesta. Especialidades: Mozart, Strauss, Wagner.

No hay duda de que fue uno de los mayores directores del pasado siglo. Las óperas de Strauss (del que era amigo) son patrimonio suyo. Nos dejó, además, grabaciones espléndidas del Anillo de Wagner. De todas las oberturas que he escuchado del Tristán, la suya es la que prefiero.

Los biógrafos suelen suavizarlo, pero no hay que llamarse a engaño: Böhm admiró la utopía nazi, saludó con fervor el ascenso de Hitler y creyó que con él el mundo sería mejor. Escogió el bando equivocado. La grandeza de sus trabajos posteriores (en Bayreuth, en Viena, en Salzburgo, en Nueva York) invitan a disociar al hombre político y al músico; a olvidar, en fin, aquello que no debería preocupar a un melómano.

Böhm murió en Salzburgo, durante el Festival, en 1981. Tenía 86 años. Preparaba los ensayos de Elektra, esa ópera oscura y llena de horrores donde la esposa mata al marido y el hijo asesina a la madre. No sé qué hubiera opinado Ancerl.

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