lunes, 23 de enero de 2012

Gabriel Fauré



GABRIEL FAURÉ está en el cementerio de Passy (París), compartiendo la soledad del lugar con Débussy. Solo para saludarlos merece la pena perder 15 minutos en el metro.

Hoy es recordado sobre todo por su Requiem, que no busca provocar el miedo como otros, sino una reconfortante sensación de intimidad, dulzura y bondad. Sin duda, uno de los mejores Requiems que se hayan compuesto. También tiene canciones excelentes.

Debió de ser muy orgulloso (o muy humilde), pues se iba quedando cada vez más sordo, pero supo mantenerlo en secreto durante sus últimos 20 años. En 1920 le rindieron un homenaje en La Sorbona: interpretaron su música, pero él no podía oír nada. Aguantó, con mirada concentrada y pensativa, todo el concierto. Cuando se dio cuenta de que había terminado, dio las gracias con sinceridad.

1924. Muere en París. Tiene 79 años. Ha protegido, estimulado, ayudado y apadrinado a lo mejor de la música francesa. Los músicos más jóvenes lo echarán de menos.

Se le rindieron homenajes de Estado en La Madeleine. Sonó su propio Requiem.

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