jueves, 26 de enero de 2012

Pau Casals



En un cuento de Kafka, un hombre intenta todos los días visitar el pueblo de al lado, pero siempre le surgen obstáculos. Muere sin conseguirlo. Eso me pasa a mí: he aquí otro vecino a quien no he visto.

PAU CASALS, en el cementerio del Vendrell, honrado con una vistosa ofrenda floral.

Cuando tenía 9 años, asistió al circo y vio un violonchelo. Desde entonces, se enamoró de aquel instrumento noble, grave, sutil, capaz de emocionar como pocos pueden hacerlo. Peret 'el barber' (Perico 'el barbero'), su vecino, le construyó uno con una calabaza. El pequeño Pau no podía saber que, gracias a los payasos y a las artes del barbero, estaba germinando uno de los mayores violonchelistas de la historia.

Creció. Se hizo amigo de los mejores músicos de su época, dio conciertos en todo el mundo, fundó la orquesta que lleva su nombre, se exilió a Francia y Puerto Rico, compuso el himno de las Naciones Unidas, tocó ante Kennedy en la Casa Blanca y (lo más importante) dio nueva vida a las Suites de Bach, hasta entonces olvidadas y desde entonces imprescindibles.

1973. Fallece en Puerto Rico de un ataque al corazón. Dicho con palabras más poéticas: muere de viejo. Tiene 97 años.

1976. Vuelve la democracia a España, que él no alcanzó a ver. Sus restos son trasladados al cementerio del Vendrell, donde nació.

Hace muchos años, los nazis amenazaron con quemarle las manos; no sé cómo fue enterrado, pero no cuesta nada imaginarlo bajo la tierra de sus padres, las manos íntegras, un chelo de calabaza entre ellas, la memoria ocupada por payasos de circo, en un sueño sin tiempo donde el anciano se confunde de nuevo con el niño.

2 comentarios:

Goethe dijo...

Estimado Hamlet,

Aunque Pau Casals merecería un comentario por sí mismo (e incluso más de uno), he de reconocer que me aprovecho vilmente de su entrada para plantearle (a usted, claro, que él poco podría decirme aunque quisiera) una cuestión.

Abra los comentarios de las otras páginas de su blog, hombre de Dios, que ardía en deseos de decirle algo allí y he tenido que frenar mi ímpetu.

Y ya sabe cómo me pongo cuando me frustro :)

Un beso.

La poliantea dijo...

Así se hará. Besos.